Artículo de opinión: Sujetos Políticos
(9-Dic-2009) Me he quedado sorprendida con la movida juvenil que hay en provincia. Hace unos meses se llevó a cabo la Escuela Nacional Anticorrupción en Lima y asistieron grupos conformados por cuatro personas de todas las regiones de nuestro país. En esos días pude entablar conversación con muchos de ellos y, tras la labor que ejerzo en Proética, he podido seguir manteniendo un contacto agudo y constante, el cual me ha permitido ver y analizar las iniciativas anticorrupción, muchas de ellas “corajudas”, que quieren implementar en las regiones de un país donde, lamentablemente, lo que sobra es corrupción.
Las realidades son distintas en cada zona, hasta para cada uno de los sujetos en cuestión. Hay regiones más complicadas que otras, y con “complicadas” me refiero a todo el abanico de posibilidades que la palabra pueda abarcar; pero lo que tienen en común todo este grupo humano es la condición de ser sujetos políticos, que apuntan a agenciar un cambio. Un cambio que si bien está focalizado en “no a la corrupción”, engloba una serie de elementos que son los pilares para decir que nuestro paso por este mundo fue bueno. Digno. Justo.
Un aspecto que quisiera resaltar es que no estoy hablando de sujetos inmersos en el ámbito público. No son funcionarios, no son alcaldes ni regidores. No tienen un poder confiado ni muchos recursos –al menos económicos-. Tienen otro tipo de poder. Estoy hablando de sujetos comunes y corrientes, como tú o como yo, que a través de sus vivencias, reflexiones, análisis e interpretaciones –en un contexto económico, político y cultural determinado- tienen hoy en día la posibilidad de generar una transformación de cómo se ha venido y cómo se está haciendo política. Tienen el poder del cambio.
Recuerdo la conversación que tuve con una de las chicas que asistió a la Escuela. Ella me contaba que vivía en uno de los anexos que está como a 40 minutos de la ciudad capital de la región y que, hasta la presente fecha, no tiene ni luz ni agua. Servicios básicos para una llevar una vida más o menos digna, llevable. La explicación: “al alcalde no le da la gana de ponerlos”…aquí uno puede empezar a sacar sus propias conjeturas. A esto agregó que sus padres y los padres de sus padres habían peleado por ver a la tierra que los acogió desde que vinieron al planeta Tierra con luz y con agua. Los padres de sus padres ya murieron, los hijos de estos están en el último trayecto de sus vidas y ella, a su mediana edad, dice: “Es probable que ese cambio yo tampoco lo pueda ver”. Estas historias como tantas otras son productos de ineficiencias que, muchas de las veces, se confunden con actos de corrupción y en otros casos son sólo móviles de acciones corruptas. Este es el punto que desanima un poco, pero no hay que sucumbir.
Lo interesante y el aprendizaje que vamos a tener con la Red Nacional Anticorrupción es poder analizar y ver de cerca las competencias de las que disponemos para actuar y legitimarnos en contextos históricos y culturalmente específicos.
Hay que dar pelea.
Paola Patiño